El historiador estuvo en Mar del Plata en el marco del ciclo Verano Planeta, oportunidad en la que conversó con LA CAPITAL acerca de su último libro, "Los Güemes y la guerra de los infernales". Además, dejó algunos conceptos de historia y política con su siempre tan particular y lúcida visión del país.
Por Dante Galdona
Felipe Pigna despliega en su último libro “Los Güemes y la guerra de los infernales” detalles de la vida de Martín Miguel de Güemes, su compañera, su madre y sus hermanos, entre quienes destaca a Macacha, con un rol tan indispensable como subestimado en la historia. Además, desarrolla los valores que les inculcó su padre y que Martín Miguel llevó como bandera en su vida política y militar. Una vida de intensa labor que Pigna pone de manifiesto y amplía en esta nota con LA CAPITAL.
-“Los Güemes” no habla solo de Martín Miguel…
-No es solamente la biografía de Martín Miguel, sino que también habla de Macacha, de su madre, de sus hermanos, de su compañera Carmen Puch. Obviamente, la figura central es Martín Miguel pero a la vez hay muy lindos personajes que podría decir que son colaterales a la vida de él, así que de eso se trata el libro.
-Parece que otros historiadores olvidaron la figura de Macacha y de su valor en la historia. ¿Por qué en otros aparece con un rol tan secundario?
-Es básicamente por ser mujer, por supuesto, por esta historia de que los héroes se han hecho solos y han hecho las cosas solos, que por supuesto no es así. Además, él realmente es un héroe colectivo porque el proceso de la Guerra Gaucha es un proceso claramente colectivo que tuvo un líder extraordinario con una enorme capacidad, pero a la vez muchísima gente que participó en este proceso, más de 6.600 combatientes, en este dispositivo que Lugones llamó la Guerra Gaucha, así que me parecía fundamental no dejarlo solo en esto.
-Da la sensación, al leer tu libro, de que sin Macacha no tendríamos hoy el norte de Argentina porque ella fue quien convenció en algún momento a Martín de no meterse en una guerra sin sentido e impulsó a que defienda un poco el territorio.
-Sí, ella fue una persona muy importante, tengamos en cuenta que Güemes era acosado de distintos lados, sobre todo por Buenos Aires, que en un momento lo enemista con Aráoz, el gobernador de Tucumán, así que se le iban abriendo frentes porque realmente para Buenos Aires era una figura muy, muy peligrosa.
-Como Artigas en la Banda Oriental.
-Exactamente. De hecho, la frase de Alvear es “que no nos aparezca un nuevo Artigas en el norte”. Y entonces no le mandaban dinero, las armas con las que combatía provenían de las que le podía quitar al enemigo español, era todo durísimo, muy difícil.
-Si no fuera por Buenos Aires, ¿todavía tendríamos el Alto Perú?
-Claro, porque primero el Alto Perú nos correspondía. Una de las pocas cosas en que se ponen de acuerdo San Martín y Bolívar en Guayaquil es que el territorio de los virreinatos va a conformar las nuevas repúblicas y, por lo tanto, el virreinato del Río de la Plata incluía la actual Bolivia. Cuando Bolívar llega al Alto Perú después de Ayacucho y queda toda América liberada, le recuerda a las autoridades de ese momento que manejaban las Relaciones Exteriores, concretamente a Rivadavia, que esto era así y Rivadavia dice que no le interesa.
-¿Cómo se entiende esa falta de interés?
-Porque ellos se concentraron en armar una provincia por encima del país. El proyecto unitario era más bien la provincia de Buenos Aires porque el resto del país no les importaba. De hecho sabían, y esto fue así, que cerrándose de sobre sí mismos en la provincia les iba a ir mejor económicamente porque los recursos se los iba a quedar el puerto, la aduana. Fue el gran tema de la guerra civil, la apropiación indebida de recursos nacionales, el puerto era de Buenos Aires pero era un recurso nacional, la aduana en un recurso nacional que Buenos Aires se lo apropió durante décadas y décadas.
-¿Cómo es eso de que el gaucho Martín Fierro está basado en Güemes?
-Hernández dice que quería homenajear al más gaucho de los gauchos con el nombre y entonces le pareció muy justo ponerle Martín a su gaucho en honor al querido Martín Miguel de Güemes. Decía que era el más gaucho de los gauchos, por lo tanto era un acto de justicia ponerle Martín Fierro a su personaje.
-Cuando leés la historia de la guerrilla cubana y lo que vos contás en el libro de las montoneras, de la guerra de guerrillas de Güemes no se puede dejar de asociar el método. ¿Puede ser que el Che haya estudiado el método de la guerrilla de Güemes?
-Se estudió en las academias militares más importantes del mundo y obviamente fue tomado como modelo por grupos guerrilleros de muchos lugares. El término guerrilla, que a mucha gente le asusta y le suena setentista, el primero que lo utiliza para describir esto claramente es Mitre. Mitre tiene un libro que se llama “Las guerrillas del Alto Perú”, que no solamente habla de Güemes sino de Juana Azurduy, de Padilla, de todos los guerrilleros altoperuanos. Entonces, la palabra guerrilla nos ha quedado asociada a los 70, pero es una palabra bicentenaria por lo menos. Por supuesto que el Che la estudió porque fue un un hecho realmente muy impresionante que también tuvo sus experiencias en otros países. La guerrilla también se usó, por ejemplo, en la guerra en España contra los franceses. San Martín cuando lo conoce a Güemes le recuerda lo que él vivió con el Empecinado, todos esos guerrilleros que combatían los franceses en el año 1808 y 1810 en España. El método de la guerrilla es muy antiguo.
-Nombraste a San Martín recién y en el libro escribís que estaban de acuerdo en el hecho de que no se instale una república sino una una monarquía criolla.
-En realidad, lo que pasa es que Belgrano había viajado a Europa y había llegado justo en el momento de la caída de Napoleón y advertía que realmente Europa no iba a aceptar otra forma de gobierno que no fuera la monarquía. Y cuando llega como invitado al Congreso de Tucumán como informante, se da cuenta de que hay muchos que están proponiendo monarquías europeas, hasta cosas delirantes como un zar de Rusia, como príncipes franceses, italianos… Él dice bueno, ya que hay que poner un monarca, pongamos uno de los nuestros, un Rey Inca, que no es cualquiera, él propone al hermano de Túpac Amaru, que estaba preso en una cárcel africana, en la colonia española de África. Esto causa un revuelo impresionante en el Congreso y los ridículos aquellos que proponían a un zar o un rey francés lo acusan a Belgrano de exótico por proponer un Inca.
En realidad, Belgrano sabe que eso va a ser muy difícil y lo que está haciendo es un poco ganar tiempo y que no se imponga la idea monárquica, pues sabía que no tenía la mayoría de votos y que por ahí termináramos teniendo un rey europeo. Entonces, también es un acto estratégico la propuesta del Inca, que es apoyada fervorosamente por Güemes y por San Martín, por ejemplo.
-¿Y por qué no prosperó? ¿No supieron hacer política?
-Ellos hicieron política pero estaban en minoría en el Congreso. Buenos Aires hacía un lobby tremendo y se oponía fervorosamente a la proclamación de un rey inca. Anchorena, diputado porteño, decía “cómo vamos a tener un rey de la casta de los chocolates, un indio en ojotas”. Toda una cuestión racista que prendió en el Congreso y que no hizo posible la aprobación del proyecto.
-Te cito: “Martín Miguel llevó al extremo los principios éticos de su padre”. ¿Cuánto influye un padre en la formación de un político?
-Su padre era un tipo muy honesto, fijate que era tesorero en Jujuy y después en Salta y se encuentra con una enorme corrupción, era el lugar de paso de la plata potosina, un lugar donde circulaba mucho dinero. Él encuentra cuando llega al cargo de la Tesorería que había una gran corrupción y empieza a poner las cosas en orden, lo cual le va a traer obviamente serios problemas y cría a su familia en un sentido muy ético y de mucha honestidad. Esta frase tiene que ver con que cuando es gobernador tiene un nivel de honestidad extraordinaria.
-¿Cuán lejos estamos en general de los principios éticos de la Revolución de Mayo?
-Yo creo que es injusto comparar épocas épicas con épocas como esta, pero sí vale la pena decir que aquella gente tenía un nivel de compromiso y un nivel de empatía que la clase política actual no la tiene, es decir, estar atento a lo que le pasa al otro, a preocuparse realmente por la gente, a dejar todo por un ideal. Fijate que la familia Güemes era una familia rica y deja todo por la revolución.
-Además, hay muy pocos héroes en la historia que han formado su heroísmo en contra de su propia clase…
-Claro, porque además, como viste en el libro, Güemes termina enfrentado a la clase a la que él pertenecía que era la oligarquía salteña, que le hace la vida imposible, que termina conspirando para matarlo. La muerte de Güemes tiene que ver con eso, el asesinato más bien.
-Fue asesinato…
-No fue una muerte, fue un asesinato. Es asesinado en una emboscada provocada por esta clase alta salteña, que crea un partido opositor llamado de La Patria Nueva que estaba en connivencia con los españoles. Preferían a los españoles que tener a Güemes gobernando, a quien consideraban demasiado peligroso.
-¿Qué tan federal es Argentina a más de doscientos años de aquella época?
-Yo creo que Argentina nunca fue federal. A pesar de que nuestra Constitución diga que somos un país representativo, republicano y federal, jamás fuimos federales. Hay un predominio de los intereses portuarios por encima del país que se vislumbra, por ejemplo, en la coparticipación federal, que sigue siendo injusta para las provincias productoras de petróleo que pagan la nafta tan cara como se paga en otras partes y así podríamos seguir. No es un país federal ni siquiera en cuanto a la formas y el lenguaje.
Seguimos diciendo “interior del país”, ¿qué quiere decir interior del país? O decimos “el último pueblo de la Argentina”, ¿el último desde dónde? Yo digo que el último pueblo debería ser uno de frontera y sería el primero en todo caso. Si es en frontera es el primero, pero bueno, nos hemos acostumbrado a este lenguaje portuario, porteño, de desprecio a las provincias, al interior como se dice. Los noticieros llamados federales o nacionales no hablan nunca de las provincias salvo que haya una catástrofe o que cubran la temporada, pero del resto del país no sabés nada de lo que pasa culturalmente, socialmente, de manera tal que hay un monopolio informativo y una conformación que hacen que a una persona que viva en Jujuy le cuenten que está cortada la avenida Garay, ¿qué le importa? Entonces, no te digas nacional, decí que son noticieros locales.
Volviendo a tu pregunta, no es un país federal en absoluto, siempre el federalismo tuvo una gran complicación que era la mala distribución de la riqueza a nivel regional. Estados Unidos pudo ser federal porque tenía una equitativa distribución de la riqueza en las diferentes regiones del país, en los estados. Ya lo advertía Mariano Moreno en 1810, cuando decía que el sistema federal es el más noble y el más benéfico, de difícil concreción entre nosotros por la mala distribución de los ingresos y la riqueza a lo largo y a lo ancho de la patria, es decir, ¿cómo hacés que realmente sea federal un país donde tenés zonas tremendamente pobres y otras donde se concentra absolutamente la riqueza?
-¿Qué debería pasar para que eso se revierta?
-Debería haber una buena redistribución de ingresos, darle más poder a las provincias con sus recursos propios, respetar la potestad que tienen las provincias para manejar sus recursos realmente, cosa que está en la Constitución del 1994 y de alguna manera esbozada en la Constitución de 1853, pero no se cumplen y ahora hasta más que nunca puesta en duda.
-¿Y a nivel política?
-Bueno, a nivel política digo eso, que decidamos si somos un país federal o no. Porque realmente las decisiones se toman desde Buenos Aires en beneficio de Buenos Aires generalmente y además lo que se dice “la Nación” termina siendo la Capital Federal. Se dice “esto es Nación o esto pertenece a Nación”, entonces “¿qué es Nación?”. Es una entelequia, nadie vive en la Nación, todos vivimos en municipios, la Nación no existe, es una especie de cuestión abstracta.
-Recuerdo un proyecto de Alfonsín de trasladar la capital.
-Era muy interesante y fue muy vapuleado. Le tocó un mal momento económico para hacer eso, pero era muy interesante la idea del traslado de la capital. El primero que lo planteó fue Sarmiento cuando habló de la Argirópolis en el año 1850, que decía que la capital tenía que estar en Martín García, un lugar alejado de las manipulaciones del poder, o sea, siempre hubo proyectos de trasladar la capital.
-¿Qué libros se vienen para más adelante?
-Una novela histórica sobre el viaje que hacen Belgrano y Rivadavia, enemigos íntimos, a Europa, a sondear qué pasaría con la Declaración de Independencia. Todo esto que te cuento es verdad, después la novela tendrá su ficción. Aparece un personaje, un chanta total que es el conde de Cabarrús que les ofrece secuestrar al infante Francisco de Paula, el hermano de Fernando VII, traerlo secuestrado a Buenos Aires y proclamarlo Rey a la fuerza, un delirio que por supuesto no se concreta pero en el medio hay mucha negociación, mucha diplomacia, Napoleón, Carlos IV, mucha sustancia para una novela que me pareció muy interesante.
-¿Te arriesgás a tirar un panorama de lo que viene?
-No, porque me dedico a la historia. Pero creo que estamos en un momento muy grave, muy peligroso, muy riesgoso para las libertades democráticas, sobre todo para la cultura argentina que está muy en riesgo, es un momento grave donde hay que prestar mucha atención a lo que se viene. Somos una potencia cultural y sería una pena que eso empiece a ponerse en duda o desfinanciarse o que entre en crisis. Una de las cosas que caracteriza a la Argentina es su enorme potencial cultural. Somos grandes productores de cine, de literatura, música y eso está muy atacado. Esta idea de que hay cosas que parece ser que no son importantes, esta idea que lamentablemente prende en la gente que lo único que importa es la economía, cuando tampoco se opera sobre la economía. Es una pena que algo que distingue en el mundo a la Argentina sea sometido a esta situación.